La última vez que vi a Dios
La última vez que vi a Dios eran las 7 de la tarde.
Recién se levantaba de dormir y todavía vestía su pijama rosa.
Sonreía como sólo sonríen los dioses.
Precisa, como la puesta del sol, tomaba mate en su vereda.
Me quedé en la puerta observándola.
Ese día confirmé que Dios tiene la piel pálida y los ojos negros.
Eran las 7 de la tarde y el día se iba.