domingo, 13 de septiembre de 2009

Una fallo de paz y amor

Corrían los primeros años del siglo XIX, cuando en un puerto del sur de China, entrada ya la noche y sin levantar sospechas, un comerciante británico le cambió a un comerciante chino una gran cantidad de opio, por los productos que el oriental poseía: porcelana, seda, condimentos, y té. El inglés pensó que se trataba de una gran oportunidad para comenzar a disminuir las perdidas que le ocasionaba comerciar en esta tierra. El asiático, luego de hacer dos pitadas, lo único que llegó a pensar fue: “como pega esta mielda”. Con el tiempo, esta situación se multiplicaría y este negocio sería uno de los más comunes entre estos dos países. Todo era amor y paz hasta que en el año 1829 el gobierno imperial Chino decidió prohibir el comercio de opio en su país; esta decisión molestó al gobierno británico, puesto que con la comercialización de este producto había logrado reducir el déficit que le ocasionaba el comercio con China. Con el estandarte de la defensa del Libre Mercado Gran Bretaña atacaría a este imperio, originando los conflictos que se conocerían como las Guerras del Opio.
En el Siglo XX, el gobierno de Estados Unidos relanzaría en su país la guerra contra las drogas, puntualmente contra la marihuana, lanzando una campaña de publicidad que trabajaría la idea de que esta sustancia estaba vinculada a la delincuencia, a la rebeldía, al comunismo y a la locura, por lo tanto concluyeron que su consumo constituía un delito. Tiempo después este país no sólo usaría distintos métodos para instalar su modelo político-económico en toda América Latina, sino que también trasladaría esta idea: consumo de drogas igual a delito. Pero, insistimos, esta guerra no era contra las drogas en general, sino contra aquellas que simbolizaban el avance del fantasma socialista en el continente. Y esta no es una interpretación caprichosa. El diccionario de la Real Academia Española, considera droga a cualquier “sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno”. Según esta definición las bebidas alcohólicas constituirían un tipo de droga deprimente, sin embargo la Ley de Drogas de nuestro país nunca consideró condenar, hasta con 2 años de prisión, a aquel que consumiera alcohol, tabaco, o tranquilizantes. Además esta norma limita la libertad y la intimidad de una persona, derechos que en nuestro caso se defienden en El artículo 19 de la Constitución Nacional, que establece que "las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública ni perjudiquen a un tercero están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados".
Finalmente la Corte Suprema de Justicia argentina ha reconocido esto, y abrió el camino a la despenalización del consumo privado de drogas, al declarar inconstitucional la sentencia contra cinco jóvenes que fueron condenados por “fumar un porrito”. El fallo se basa en el concepto de autonomía personal, protegido por el artículo que citamos en el que se señala que no se puede penalizar conductas realizadas en privado que no ocasionan daño o peligro para terceros. Se estima que esta sentencia creará jurisprudencia y los demás tribunales aplicarán en lo sucesivo criterios semejantes en otros casos de consumo privado de estupefacientes.
Distintos sectores se opusieron a esta medida, y una gran parte sostiene esta posición argumentando que los niños y adolescentes de los barrios marginales se ven amenazados continuamente por el “Paco”. Sus reclamos se entienden, no obstante consideramos que no están bien dirigidos, porque esta situación no es producto del "flagelo de la droga" sino de la cadena de la pobreza que tiene como eslabones principales la falta de trabajo, la destrucción de las relaciones sociales, y la precaria contención que se les ofrece.
La guerra por derogar la ley en el Congreso todavía no ha comenzado, sin embargo este fallo, adelantó un poco lo que viene. Esta recapitulación deja una pregunta ¿Que sucedería si los países del primer mundo encontraran convenientes el negocio de otras drogas, y el resto de los países prohibiera su comercio? ¿Se hablaría de la guerra contra las drogas o de la defensa por el Libre Mercado?

2 comentarios:

Fernando C dijo...

muy bueno lo que redactaste edu,buenas preguntas al final,simpre estos temas sirven para reflexionar.. y entender un poco mejor lo que lo que nuestros gobernantes quieren hacer al respecto.Son negocios mundiales que no van a terminar jamas.
Y es por eso que a partir de mañana empesare a plantar amapolas ja.

Anónimo dijo...

A los que les gustan las amapolas planten amapolas jajja, a los que le gusta la marihuana, planten marihuana jajaja. Por un lado la nota apunta a que este fallo respeta el libre albedrio y la intimidad, y trata de dejar en evidencia que la hipocrecía de numerosos grupos que aceptan la comercialización de algunas drogas que los benefician y rechazan las de otras que no les convienen economicamente, o que han condenado por otros motivos. Gracias por comentar siempre Gochy. Abrazo.

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