domingo, 29 de marzo de 2009

“Recuperar la práctica ciudadana y la participación juvenil”

"No se puede hacer nada.
No creo en nada.
No tengo ganas.
No estoy preparado.
¿Qué puedo hacer yo?"

Algunas veces en un aula nos quedamos callados, no nos animamos a preguntar, a dudar, a hablar, y si alguien lo hace pensamos que quiere figurar, que qué se hace, que esto, que lo otro.
En la casa directamente miramos la tele, dejamos (los futboleros) que Palacio, Pagani y Fabri instalen los temas que vamos a discutir.
Con amigos cambiamos el mundo hasta que descubrimos que estamos demasiados borrachos como para hacerlo y que es más fácil bailar un reggaetón y presumirle a alguien.
Pero cuando llega la hora de la verdad, el momento en que tenemos que hacer algo, el momento en que alguien propone algo serio, aparecen esas respuestas, y una más: "este se hace el Che Guevara".

¿Por qué?
No quiero ponerme nostálgico y caer en eso de que antes y antes y antes, pero para repasar un poco nomás, recordemos que a fines de la década del 50 y durante toda la década del 60 se presentaron, en distintas países y continentes, movimientos, proyectos, cambios teniendo como protagonistas, en la mayoría de los casos, a jóvenes. Revolución Cubana, Hippies, Agrupaciones Ambientalistas, Mayo del 68, Woodstock, Revolución Cultural China, Cordobaza son algunos ejemplos de esto.
Más allá de que, a la distancia, se señalen errores sobre lo que parió cada movimiento mencionado, se destaca la importancia de que la juventud, asumiendo un rol protagónico, intentó construir algo nuevo.
Entonces ¿Qué ocurrió entre mayo de 1968 y marzo del 2009?
En nuestro país, y en la mayoría de los países de América Latina, "la dictadura aniquiló las ganas de participar de los jóvenes, los hizo ver como culpables, sospechosos; eso es parte del daño que nos queda". Así se expresó Alberto Tasso, Doctor en Historia e investigador del CONICET y profesor de la UNSE (Universidad Nacional de Santiago del Estero) en un diálogo que mantuvo con 700 estudiantes de un colegio secundario de mi ciudad en un acto en referencia al "Día de La Memoria".
"Esos movimientos estudiantiles y juveniles declinaron en los años posteriores a la década del 60 y 70 porque fueron vistos como hechos negativos. En América Latina se apagaron estos focos de transformación, este ideario de libertad y de revolución, con gobiernos militares que se produjeron por golpes dados por militares de cada país que habían sido formados en instituciones educativas de Estados Unidos. Fue una estrategia militar y política. Los años posteriores a estos fuertes movimientos de jóvenes trajeron cadenas, y el hábito de las cadenas encadena, y no sólo se encadena el cuerpo, sino que también se encadenan cabezas, lenguas, y uno a veces tiene miedo de hablar, de pensar, eso es paralizante".
Dentro de los pasos que mencionó para recuperar esa presencia juvenil como constructora del espacio y el proyecto público, remarcó que "se debería empezar por recuperar el Centro de Estudiantes, el Periódico Escolar, el debatir, en el aula, en un club, en espacios públicos. Intentar conocer, revisar e interpretar el tema en mi pueblo, en mi provincia. Por ello- insistió Tasso- las instituciones educativas, deportivas, culturales y la familia cumplen una función fundamental para tratar de revertir este desencanto juvenil, este temor grabado. El diálogo, la comunicación intergeneracional en la familia, el conversar con el abuelo, contribuirán a reeducarnos en la democracia y en la practica de la ciudadanía, en cada momento y en cada lugar".

Lo que se busca es vender un celular
El rol de los Medios de Comunicación durante la dictadura militar ha sido objeto de críticas de todos los sectores de la sociedad argentina. El temor, la censura, las persecuciones se utilizan como atenuantes a la hora de reflexionar sobre el papel de éstos durante aquellos años. Pero ¿han generado, en la actualidad, un espacio de conocimiento y discusión que contribuya al crecimiento de la democracia?
"En muchos programas lo que se intenta es vender un celular" responde el profesor e investigador, "lo que se busca es fomentar la cultura de consumo, de individualismo, y no proponer un espacio de construcción para los jóvenes ni para la sociedad. Si se tratan algunos temas se los toman de una forma liviana y a la ligera".

Preguntas y Debate
La participación de los jóvenes que se intentó estimular se vio reflejada en la organización del evento ya que éste comenzó con la representación teatral, por parte de alumnos de tercer año de polimodal, de una obra en la que se destacaba el diálogo entre familiares sobre lo que significó el último golpe militar.
En la parte final un grupo de estudiantes realizó algunas preguntas que abarcaban desde "por qué se han comenzado con los juicios a los militares en la actualidad y no antes" hasta "por qué no se habla sobre los miembros de organizaciones armadas que mataron a militares o a familiares de ellos".
La primera pregunta la respondió de forma concisa y firme: "Porque es el momento. Porque ahora se cuenta con el apoyo social para enjuiciar a los que cometieron delitos de Lesa Humanidad durante ese período. Porque en este tiempo se interpretan estos sucesos de una manera que no se hacía en 1983". En esta línea dijo que "Alfonsín avanzó hasta lo que pudo" y aunque resaltó, de la gestión actual, "la política nacional llevada acabo en relación a los Derechos Humanos" ante la consulta sobre si los Derechos Humanos no hacen referencia también a tener acceso al trabajo, a la educación, a poder satisfacer las necesidades básicas, respondió "que no se trata solamente de pensar en las víctimas de la dictadura, se trata de mucho más que eso, esto es un concepto que hay que debatir desde las posiciones y los problemas que hay cada día, no termina con los tribunales ni con los juicios, ya que hay muchos derechos vulnerados, que no pueden cumplirse por la falta de condiciones". En relación a esto, y a la segunda pregunta dijo que "se hace una acusación muy liviana contra la gente que tiene el derecho de defender a sus familiares muertos (militares). Sin dejar de lado -aclaró- que de un lado murieron más de 30.000 personas y que los militares tenían la responsabilidad del Estado, esa es la cuestión. Por eso debemos ser cuidadosos y advertir que se hizo un uso indebido del derecho".
Dejó abierto el debate al recomendar que "este es un tema que aún sigue en construcción y despierta controversias, por lo tanto leer y fijar una opinión sobre este tema es personal así que resulta fundamental conocer, leer, investigar, debatir y comparar visiones diferentes".

Me pregunto y le pregunto al que lea esto:
¿Cómo irá a interpretar nuestra generación, y las que vienen, a la última dictadura militar y a la democracia que ¿estamos construyendo?

jueves, 26 de marzo de 2009

¿Alguna vez vivieron un desalojo?


Es simple. Uno se levanta, como cada mañana de todos los días, alguien golpea la puerta y ante la falta de respuesta se la derriban. Lamentablemente ese día saliste de madrugada a hacer el reparto de diarios y tu mujer y tus hijos están solos en la casa. Son muchos y la señora no quiere complicar las cosas. De un momento a otro consiguen moverte hasta la vereda, y recién ahí uno reacciona, se despierta. Es raro, te están quitando lo que es tuyo y uno sólo observa, pocos segundos pasan y se comienza a odiar a los que entran y salen con tus mesas, con tus sillas, tu cocina, pero “¿qué culpa tienen ellos?”. En ese momento, toda.

Las cosas se apilan hasta ocupar toda la vereda. Algunos curiosos se detienen y te miran; otros te saludan como si fuera un velorio.

Los policías hablan entre sí, no sé, cualquier cosa, y uno los odia un poco más. Comienzan las llamadas, los papeles, los conceptos jurídicos, y la certeza de que uno no va a volver a entrar al lugar donde vivió más de 40 años.

Los recuerdos se presentan solos y surgen preguntas: el que yo este escribiendo esto, ¿cuánto tiene que ver con haber leído esos diarios que llegaban al Kiosco que mi abuelo, luego de renegar y hacer números, distribuía en casas y hoteles? “El Liberal, La gaceta, Clarín, La Nación, diariiioooooos” y esa voz se va apagando y mi abuelo, que falleció hace 6 años, se muere un poquito más.

Al final todo queda vacío y cierran la puerta.

El día sigue y es temprano para llorar.

jueves, 19 de marzo de 2009

La Maga

Es raro, que La Maga esté conmigo, y que La Maga sea protagonista de un libro. Si ella es tan chiquita, pequeña y callada; y los libros son grandes, fuertes, y locuaces. Aunque quizás, como tantas veces, me equivoqué.
Miro un libro en un rincón de una mesa. Ahí está, chiquitito, inmóvil, mudo, pero si me acerco, y no importa cuánto, el libro empieza a crecer, y emerge de él un universo de sentimientos, de ideas, de fuerza, y un aroma a canciones y a hojas gastadas. Aroma a media tarde y a tostadas, a voces que se pierden, a pasos, a siglos. La Maga es así, no habla, murmura pequeñas cosas, y ríe, y cuando sonríe te lleva a otras tardes, a otras risas, a tostadas con mermeladas, a veredas donde se bailan canciones viejas, cumbias o cuartetos; al primer beso, al primer te quiero, a caminatas sin sentido, a volvernos ciegos, sordos y mudos al paso del tiempo; y a viajar: para atrás, para adelante o a quedarte en el lugar e irte lejos.
De los libros nacen héroes, personas que pueden cambiar las cosas, personas que tienen el valor de enfrentar la vida y de enfrentarse a sí mismos. Ellos no pueden escribir sus historias, son juguetes de la interpretación de los que leen y del invento de los que escriben.
Ella empezó a ser héroe en un aula, aunque tal vez antes, aunque no sé cuándo.
En sus ratos libres se vestía con un pantalón de gimnasia y un buzo con el rostro de Micky Mouse. Recorría el mundo con su bicicleta amarilla y unas zapatillas blancas eternas.
La Maga nace de una imagen en la que está junto a sus hermanas. No sonríe como sonríe ahora, no sonríe por sus labios ni con su boca, sonríe con los ojos, y el fotógrafo es el primero en darse cuenta del milagro y la eterniza en su única obra maestra. Le agradece a Dios y la amplia. Y la ve, vestidita así, tan indefensa, tan ingenua, tan blanca, tan todo. Le entrega el retrato a su madre y ésta reconfirma la teoría que le han dado sus vecinos. Su hija, la del medio, es una persona especial.
Se parece a sus padres. A la madre que fue su madre, y al padre que es su padre.
Los mira, a ambos, desde lejos. Sentada en su terraza, o en la habitación intentado leer mientras discuten. Los mira con pena, pero ya ha dejado de llorar. Los mira mientras va en moto, así pasan más rápido. Los escucha y no les cree. Los acompaña y deja cosas sin entender. Mejor así.
Los mira cuando me mira y, aunque no lo sepa, me duele que quizás este en lo cierto. Que quizás todo se vuelva a repetir, que la bola en la que se transforma esta vida cuando acarrea cosas, nos lleve cuesta abajo, y terminemos separados. Allá y aquí. Cerquita de lo que ve con sus ojos de héroe, con sus ojos de futuro.
Pero todavía no quiero ir para allá.
Quiero quererte, quiero extrañarte.
Quiero verte como te vi, cuando no andaba por aquí.
Quiero hacerte sonreír y pedirles a todos los santos, y a uno más, que paren la vida.
La Maga en un libro. Sólo ahí podré detenerla.
Y la veo: pequeña, inmóvil, esperando que la vuelva a amar como realmente se ama y no como la amo todos los días.
Que me desespere, que llore, que me conmueva, que no sea el mismo. Que piense en el mar. O que no piense en nada. Que sólo ría.
Que piense en ella.

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